no es un domingo cualquiera..

el final de una festividad, tan desbocada y la falta de empatía con el prójimo, hace mella. y mas aun, detrás de una barra, siendo blanco fácil para la estupidez humana, que piensa que no tenemos derecho a replica alguna, y estamos envueltos en el mismo jocoso juego, de no importa, son fiestas, todo vale...

es un trabajo como cualquier otro, pero con la cara al publico y nuestra mejor sonrisa, aunque no tengamos ganas, por que así lo requiere nuestra posición de fabricadores de dulces copas con flores o pepinos.  no obstante tenemos piernas, y somos personas completas, aunque nuestro espectador mas próximo no pueda divisarlo, ya sea por la altura de el tirador de cañas, o la nublada ingenuidad del alcohol...

(reivindico mi derecho, a poder elegir tener integridad e intimidad)

dedicado a M.D.